CAPITULO 3

NEGLECT SMALL

Lo seguí como de costumbre a su mismo paso y lo acompañe en su juego. Claro ni como Ángel era alguien ágil, así que siempre terminaba perdiendo.

1…2… 3 y rayita… 1…2…3 y rayita, siempre que jugábamos a eso nunca pasaba de las 3 grietas.

Jordan comenzó a discutir mentalmente, de hecho lo había hecho desde que despertamos.

A veces no comprendí porque el llegaba a escucharme, se supone que eso era prácticamente imposible. No le di mucha importancia, no hasta el punto en que vea necesario evitar más a menudo nuestros encuentros mentales. No quería de verdad causarle un atrofio mental.

El seguía pensando en trivialidades, pero de todo sobre salía “la vocecita enloquecedora”.

Además era divertido indagar en su cabeza, sus ideas eran descabelladas y siempre terminaba por sorprenderme.

Si yo decía negro, el pensaba blanco. De milagro terminaba por cumplir mis suplicas, de no ser así Jordan estaría metido en problemas con frecuencia.

¿Cómo definirlo? Bueno el no era precisamente un chico problemático.

El era… bueno algo imprudente. Bien, de acuerdo, arriesgado, temerario, atrevido, descontrolado y peligrosamente valiente.

Por ejemplo ahora iba riesgosamente despistado.

Estábamos apunto de cruzar la calle, y espere que Jordan se fijara en ambos lados, pero no lo hizo. ¡No lo hizo! Y cruzo con la mirada aun baja. Se suponía que el debía fijarse, no arriesgarse a ser aplastado, porque eso seria precisamente lo que hoy mi lista de accidentes me prevenía.

Un adormilado hombre sobre el asiento del conductor fue suficiente para temer lo peor. ¿No lo podía tocar, cierto?, bueno valía la pena intentar. Y solo rece porque por esta única ocasión los dos corriéramos con suerte.

Lo tome de la manga de su camiseta, dándole un fuerte jalón, demasiado fuerte a decir verdad.

Jordan cayo de espaldas y su cabeza reboto contra el pavimento, eso le provocaría un enorme chichón.

Me empezó a preocupar, cuando note sus ojos un poco desorbitados, eso no era normal, nada normal.

Argg. Gruñí, no solo era un peligro para mi misma, si no también lo era para la humanidad, yo era un Ángel que debería ser condenado en el infierno, aunque pensándolo bien, dudo mucho que el mismo diablo me acepte bajo su techo, posiblemente terminaría siendo su propio infierno personal. Mamá siempre me decía; Jesse, eres un peligro hasta para tu peor enemigo.

Me senté a su lado, mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza.

Sus pies estaban bien, sus piernas también, sus brazos igual, en ese caso su cabeza era la única que había sufrido las consecuencias del tremendo jalón que le di.

No se veía en las mejores condiciones, así que decidí buscar un poquito de ayuda.

Un señor cascarrabias, una señora coqueta, un niño revoltoso. Y la vi, ella era perfecta, una joven sencilla, desinteresada, y con el instinto maternal que Jordan necesitaba.

Corrí hasta ella y le susurre ayúdalo.

Y lo hizo ella vio todo el espectáculo, pero estaba muy asombrada con la rápida reacción del muchacho, como para pensar rápido.

Ve te necesita le suplique, ella sacudió su cabeza y corrió hacia Jordan, gritando por ayuda.

“Una ambulancia” grito, eso hizo que Jordan se despabilara, y agradecí por ello.

Sarah se acuclillo a su lado, examinándolo tal como lo hice yo.

“¡Oh por Dios! ¿Te encuentras bien?” El no respondió al instante, pero cuando lo hizo, su pregunta me dejo más que Helada... Estaba metida en un gran lió.

“Quien… ¿Quién me jalo?” Como no pensé, si yo lo pude jalar, eso quiere decir que el me sintió, seguro y me expulsaban del cielo, o peor me alejaban de Jordan, mi Jordan.

Sarah se vio sorprendida, incluso sus pensamientos fueron un meollo de confusión, pero lo dejo pasar. Para ello lo importante era que Jordan estuviera bien, ella tenia un gran corazón.

“Nadie, el coche te rozo, te has hecho para atrás y tropezaste” no indago mucho en la explicación, ella ya había notado el golpe en su cabeza, pero no lo quería espantar así que no lo menciono.

“Eso no puede ser, estoy casi seguro de que alguien me jalo”

Los pensamientos de Jordan me resultaban divertidos, definitivamente yo seria la causa de tener que cuidarlo dentro de un Manicomio, ¿Seres imaginarios? Eso era todo un disparate.

Jordan siguió con su dilema de estoy o no zafado de la cabeza, al mismo tiempo que Sarah intentaba convencerlo de que solo era por el golpe que recibió.

El se llevo la mano hasta la nuca y ambos pudimos ver la sangre que salía de su cabeza. Me asuste, tal vez Jordan estaba más mal de lo que se veía. Pero de ser así, yo ya lo sabría ¿Qué no?

“Me duele la cabeza” se quejo, me tense. El estaba así por mi descuido, por mi culpa.

Sarah lo seguía tranquilizando va estar bien murmure mas para mi, que para ellos. “Vas a estar bien, Vas estar bien” repitió Sarah mis palabras. Y le sonreí, ella era perfecta para Jordan. ¡Oh si lo era!.

Me levante, cuando escuche venir a las ambulancias y un par de paramédicos bajaron para auxiliar a Jordan.

Lo alzaron en la camilla, y Jordan se vio un poco muy estupefacto, en realidad no supe definir que tanto, ya que era difícil saberlo en su casi inconciencia. El ya no pensaba en otra cosa más que contestar las preguntas de Sarah.

Y yo me encargaba de mantenerlo despierto, de algo tenia que servir, después de todo fue mi pequeño descuido el que ocasiono el casi accidente.

No te duermas susurre para Jordan. De alguna forma el me hacia caso y se mantenía por lo menos con los ojos abiertos por muy lejos que estuviera de la realidad.

En cuanto lo bajaron, Jordan conocido al Esposo de Sarah, el Doctor Estephan Evans, quien gracias a ella, los atendió olvidando el resto del mundo.

El era un buen doctor, pero cuando se trataba de Sarah, siempre estaba para lo que ella lo necesitara y no importaba si le traía un cachorrito de la calle, o un joven desconocido como Jordan.

Esa noche Sarah permaneció a su lado, con el afán de mantenerlo despierto, y agradecía de su ayuda, Jordan solía ser muy necio y dudaba que con tanto ajetreo esta vez me fuera hacer caso.

Yo me acurruque a su lado y lo mantuve entre mis brazos, era tan vital y necesario para mí. Su aroma era embriagador.

A la mañana siguiente el Dr Evans, entro para hacerle un pequeño chequeo. Nada grave como el suponía.

Miro como su esposa sonreía con demasiada Ilusión, y la palabra demasiado destrozaba el corazón del Dr Evans.

Sarah ya conocía a Jordan, lo había visto centenares de veces, en un esquina limpiando parabrisas, sabia poco de el, pero de lo que estaba segura es que aquel muchacho era de una pobreza inigual, y que estaba aun mas solo que ella y su agonía.

La ilusión de ella era tener hijos, algo casi imposible. Me dolía hurgar en la mente de una persona tan fuerte y llena de esperanzas como ella.

Se imaginaba a Jordan como su propio hijo, como aquel bebe que perdió mucho antes de verlo en sus brazos. Sabia que ambos, tanto ella, como Jordan se harían la compañía que necesitaban, y que su esposo no le negaría si ella le propusiera darle un hogar a mi Jordan.

“Mejor” contesto Jordan, después de que el Dr Evans, le pregunto por su dolor de cabeza.

El estaba satisfecho con aquello así que le daría de alta, muy a su pesar de tener que ver de nuevo la tristeza en los ojos de su mujer, si Jordan se iba, también la dicha de Sarah.

A veces no comprendía del todo, porque hacer sufrir a personas tan valiosas como Sarah, no merecía ser infeliz, aunque me gustaría saber la razón, me era imposible, solo mi señor tenia su propio argumento.

Ellos se portaron asombrosamente bien, con Jordan. Inclusive pagaron su estancia en el hospital, Sarah por su enorme corazón y el Dr Evans por complacerla. Aunque bueno yo di mi pequeña ayudadita, ya entiende un pequeño soplido en el oído, y Taran.

Mientras el Dr Evans iba a ver lo de la alta, Sarah le traía una bandeja que ordene llenara de comida para Jordan. A veces ser un Ángel mandón, tenía sus ventajas. A Jordan no le faltaría absolutamente nada, no mientras estuviera en mi mano. Ya que si pudiera ayudarlo respecto a su economía, lo hubiese hecho desde hace un tiempo.

Jordan se disponía disfrutar de su tan exquisitos manjares, cuando unas cuantas maldiciones, y luego la puerta se entre abrió, dejándonos a los dos con la boca abierta.

¿Y como se entero?

“Hombre, era cierto” razono Simon, entrando a la habitación y cerrándola de un asoton.

Tomo una silla y se sentó aun costado de Jordan. Este seguía algo taciturno, se preguntaba exactamente lo mismo yo.

Simon continuo, al no recibir respuesta alguna de su mudo amigo. “Se corrió el rumor de un accidente, y como no regresabas. Bueno solo tu eres propenso a los accidentes de alto riesgo” se burlo. Me carcajee, Simon era una cadena de sentimientos, podía ser desde tímido, hasta el mas imprudente.

Y eso no era cierto, ¿Rumor?, yo ya debería de saberlo, de hecho seria la primera en estar enterada. Claro primero el sermón, luego el latigazo, y por el ultimo la vieja chismosa.

Aquí había un cabo suelto.

“No es que me agrade siempre estar sobre la cuerda floja” mis pensamientos fueron cortados, por la armoniosa voz de Jordan, con una pizca de fino terciopelo.

Simon iba a contestar algo mas maduro, hasta que sus pensamientos fueron invadidos por la bandeja repleta de comida.

“¡Caray!, deberías buscar la forma de nunca amarrar esa cuerda, si es así como tu manía por el riesgo te va pagar” acabo por decir.

“Muy gracioso” siseo Jordan, era gracioso verlos compartir palabras. No encontraría humanos más interesantes que esos dos.

““Uh, esto esta deligciogso”” contesto Simon con la boca llena, me pregunto si su guardián intenta enseñarle buenos modales, o se la pasa jugándole bromas.

Alguna ocasión yo hice que Jordan tropezara, pero lo cachaba a tiempo, bueno en realidad hacia que el buscara alguna balanza.

En ese momento Sarah entro al cuarto con una mochila que contenía algunos presentes para Jordan, cosas de utilidad como ropa.

Con trabajo el acepto aquello, menos el hogar, no podía forzarlo por si solo se iría acercando a los Evans. Ese seria mi objetivo buscar una familia para el, aunque eso significara tener que verlo hacer su vida, con alguien mas.

Por la tarde lo dieron de alta, Simon le ayudo a cambiarse con la ropa que le regalaron. Alguna otra pensaba prestársela a Simon.

“Muchas gracias Sarah, Dr Evans” agradeció Jordan, despidiéndose de ambos.

Sarah y el Dr Evans, ya habían entrado nuevamente al hospital, abrazados.

“Vamos al lugar secreto” susurro Jordan, desviándose del camino, Simon negó preocupado. Por fin una reacción adecuada para el momento.

“Amigo, no creo que sea buena idea” dijo, señalando la venda de que cubría parte de la cabeza de Jordan.

“No me voy a morir por unos cuantos pasos”

Simon Bufo y término por acceder. Ni porque yo le ordenara no lo hagas cabezota me haría caso, así que los seguí.

Caminaron hasta adentrarse al brumoso bosque, llegaron al hermoso prado, que era rodeado por el magno bosque, adornado por una transparente cascada, como música para sus oídos. Aquel era su lugar secreto. Solo ellos dos conocían tan maravilloso sitio.

Jordan se dejo caer en la extensa hierba y cerró sus ojos, puso sus manos tras la cabeza como almohada.

Jamás me acostumbraría a su inminente perfección, era todo un apolíneo. Podría simplemente opacar a los seres de mi mundo.

“Esto es vida” murmuro Simon, dejándose caer aun lado de Jordan.

Un rato más estuvieron entre bromas y risas hasta que decidieron irse.

“Creo que debemos irnos, ya es tarde” dijo Jordan, mientras se acercaba a la cascada.

Lo seguí muy de cerca, antes de que se le ocurriera darse un chapuzón. Se agacho, mojo sus manos, se las llevo a la cara y luego se seco las gotitas de agua con su sudadera.

Estaba apunto de irse, cuando lo note tensarse. Me asuste de momento, ¿Qué lo pondría así? El no despegaba sus ojos del arrollo. Sus ojos iban del arrollo, luego veía sobre su hombro, y así un par de veces.

“¡¿Qué demonios?!” exclamo exaltado, lleve mi mirada hasta donde el veía, y entonces yo di un brinquito.

¡No te conformas con un pequeño descuido, si no con dos pequeños descuidos! Si, ahora si estaba metida en un gran, gran, GRAN lió.

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